abril 2, 2012
por @aaltuzar
Tuve la oportunidad de ver la película “The Hunger Games” el fin de semana y además de gustarme muchísimo, me mantuvo todo el tiempo reiterándome lo siguiente: todas las decisiones dependen de estrategia. (no les diré más de la peli por si no la han visto).
El hecho de decir que todo está en la estrategia a muchos les puede sonar muy cuadrado, muy cerrado, muy limitado e incluso para muchos, muy maquiavélico. Pero en lo personal, considero que todos los movimientos que vamos haciendo hasta en el aspecto más informal de la vida están guiados por una parte estratégica, consciente o inconscientemente.
Pero partamos de un punto mucho más importante y que me llevó al título del artículo. Una estrategia jamás tendría razón de ser y nunca llegaría al éxito si no está encaminada hacia los objetivos. Aunque suene trillado, los objetivos deben ser siempre nuestro punto de partida, porque si no, pues ¿a dónde queremos llegar? Es muy difícil tener un panorama claro si no sabemos para dónde manejamos. Hace tiempo en una reunión me tocó escuchar la exposición de una compañera de RRHH que decía que ella siempre nos iba a hablar de objetivos, pero de objetivos sensuales. Ya te imaginarás la cara que le pusimos todos, pero en cuestión de segundos, nos tenía en la mano.
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